• May 21, 2025

Cómo preparar reuniones con parejas de boda

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Hay una escena que no sale en las películas pero que, si trabajas en bodas, conoces de memoria. No tiene banda sonora ni luces cálidas, pero es decisiva: la primera videollamada con una pareja. Ahí, entre nervios y risas cortadas, se decide mucho más de lo que parece. Dominar ese momento —saber leer, escuchar, anticipar— no solo te ayuda a cerrar más bodas, sino a crear relaciones de verdad, de las que hacen que el trabajo fluya y las imágenes también.

¿Qué se dice en una videollamada con unos novios?

Todo y nada. A veces solo hacen falta cinco minutos para saber si vais a entenderos durante los próximos doce meses. A veces no hace falta ni que hablen. Hay novios que se lanzan en cuanto conectas: te cuentan dónde se casan, cómo se conocieron, que su madre no quiere que falte la foto del arroz. Otros no saben muy bien qué decir, y lo primero que escuchas es un tímido “bueno… ¿qué nos cuentas?”. Y ahí entras tú.

Con los años, esa pequeña conversación se ha convertido en uno de los momentos más determinantes de todo el proceso. No porque tengas que convencer a nadie, sino porque es ahí donde empieza la confianza. O no.

Y lo curioso es que la mayoría de las veces no es lo que dices, sino cómo escuchas. Qué preguntas haces. Cuánto tardas en romper el hielo.

La primera impresión sí importa (aunque no estés peinado)

Durante mucho tiempo pensé que si el portfolio estaba bien y el precio era razonable, la reunión era solo una formalidad. Error. A veces hay quien te reserva sin hablar contigo, y sale todo bien. Pero cuando hay una reunión —aunque dure veinte minutos— la relación cambia. Hay más complicidad, más comunicación, menos malentendidos.

Y también menos miedo. Porque esa es la palabra que nadie dice, pero que todos traen. Miedo a salir mal en las fotos. A no saber qué hacer con las manos. A que te digan que sonrías cuando no te apetece. La reunión sirve para quitarle peso a todo eso. Para decirles que no tienen que saber posar, que su boda no va a parecer un reportaje de moda. Que solo tienen que ser ellos.

Qué difícil es no molestar

Hay algo muy fino que pasa cuando trabajas con muchas parejas: aprendes que no todas quieren lo mismo. Hay quienes necesitan hablar contigo cada dos meses, y quienes desaparecen hasta la semana antes. Hay novios que preguntan por el contrato y la factura en la primera llamada, y otros que solo quieren saber si puedes quedarte hasta la hora loca.

Aprendes también a respetar los ritmos. A entender que hay quien necesita tiempo para decidir y quien quiere bloquear fecha antes de ver tu cara. Que no hace falta estar todo el rato escribiendo para demostrar interés. Que a veces, el mejor servicio que puedes dar es no agobiar.

La boda empieza en la conversación

No exagero si digo que muchas de las mejores bodas que hemos vivido empezaron con una buena reunión. Y no hablo solo de cerrar la reserva, sino de conectar. De notar que estáis en la misma página. De escuchar una historia que te toca o te hace reír y saber, en ese momento, que quieres estar ahí cuando se casen.

Es en esa conversación donde puedes explicarles cómo trabajas, pero también cómo se van a sentir. Que la sesión de pareja no es un trámite. Que no te van a perder durante el cóctel. Que puedes estar en dos casas si te dan margen. Que irás sola, pero no por eso faltará nada. Que tu objetivo no es llenar un álbum con poses, sino documentar su historia con honestidad.

Lo que no se ve también cuenta

Y luego están los detalles. Los gestos que no aparecen en la web. Como mandarles un resumen después de la reunión con todo lo hablado. O enseñarles una galería completa para que vean el reportaje más allá de las fotos de Instagram. O contarles qué pueden hacer si tienen dudas sobre contratar vídeo, álbum o segundos fotógrafos. Sin empujar. Sin urgencias. Solo dejando la puerta abierta.

Una buena reunión no es una venta. Es una bienvenida.

No somos robots, ni ellos tampoco

A veces nos pasamos de prudentes. Les decimos que se lo piensen con calma y les dejamos tan tranquilos que parecen olvidarse de que estamos ahí. Otras, sentimos que si no presionamos un poco, la oportunidad se nos escapa. Y en ese juego entre esperar y proponer, entre ser amable y firme, vamos aprendiendo.

La experiencia te da muchas herramientas, pero no te quita las dudas. Y está bien que así sea.

Porque al final, esta profesión va de eso: de sostener el equilibrio entre lo íntimo y lo profesional, entre lo improvisado y lo previsto, entre lo emocional y lo técnico. Y la primera reunión es el lugar perfecto donde todo eso empieza a suceder.


Si has llegado hasta aquí…

…y te estás preguntando si en Academia People contamos trucos, frases infalibles o estrategias para cerrar más bodas, la respuesta es: un poco sí. Pero sobre todo hablamos de cómo hacer que una pareja se sienta cómoda contigo antes de que hayas hecho una sola foto. Hablamos de trabajo invisible. Del que no se ve, pero se nota en cada imagen.

Porque todo empieza ahí. En una videollamada, un lunes cualquiera, en mitad de la temporada. Con una pareja al otro lado y tú al frente. Sin más guion que la experiencia. Sin más promesa que estar.

Y eso, créeme, es más que suficiente para empezar una historia.


En la Academia hablamos precisamente de todo esto: no solo de cómo hacer mejores fotos, sino de cómo construir un negocio de fotografía sostenible, honesto y humano. De los correos, las reuniones, los silencios, los síes y los noes. De lo que no sale en las redes, pero sostiene todo lo demás. Porque ahí también está el oficio. Y sí, se puede aprender.

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